Otoño. Soltar, dejar espacio a lo nuevo
Reinicio de curso. Siento mis sueños, mis ilusiones, mis proyectos, mis ganas
renovadas en los infinitos y diarios paseos por la orilla, atendiendo los susurros del
mar, a veces suaves, lentos, calmados, a veces a gritos, abrupto, rudo, firme…como la
vida misma.
Traigo en la piel miradas, caricias, besos, encuentros y desencuentros que han
conformado mi verano, mi descanso. Traigo al inicio de curso mi cuerpo mientras el
otoño nace pintando los días con tonos dorados, naranjas, ocres… que me recuerda el
ciclo natural de la vida, de la naturaleza, sabia. Soltar, dejar caer lo que fui, lo que
creímos que seriamos, abriendo nuevas etapas, nuevas experiencias que aún no
imaginamos.
Me reencuentro con mi segunda casa, mi hogar ANIDA, con mi equipo, con ganas y
curiosidad de como habrá sido su verano. Cada abrazo me recuerda algo tan bello y
delicado como el cuidado, no estoy sola, no estamos solos ni solas. Nos esperan también
las personas a las que acompañamos, con quien tejemos vínculos de cuidado y
ternura, donde el respeto y la presencia se convierten en refugio, seguridad y nido.
Siento las ganas, las ganas de seguir aprendiendo, de escuchar con el corazón
abierto, de abrazar lo nuevo, aun con el miedo, dejando espacio a lo que viene. El
otoño, como los procesos terapéuticos, nos enseña que el cambio es parte de la vida,
inevitable, que puede ser hermoso y que, en cada paso, en cada transformación hay
semillas de posibilidad. Porque en cada inicio hay una invitación a dejar atrás lo que ya
no nos sirve y avanzar, juntas, con cuidado, con ilusión.
Arantxa García Martínez