Necesito descansar (aunque a veces se me olvide)
Necesito descansar (aunque a veces se me olvide)
Me cuesta parar. Me doy cuenta de que vivo con el piloto automático puesto gran parte del tiempo. Haciendo cosas, cumpliendo, respondiendo a lo que se espera. Y aunque mi cuerpo me manda señales, aunque a veces mi mente se satura y mi ánimo se apaga, sigo tirando. Porque descansar, muchas veces, me cuesta.
Descansar no siempre es fácil. No solo por lo externo—el trabajo, las responsabilidades, el ritmo de vida—sino por lo que se mueve dentro cuando paro. Cuando me detengo, aparece el ruido. Esa vocecita que dice “podrías estar haciendo algo más útil”. Y aunque sé que no es verdad, a veces le creo.
Pero también sé esto: necesito descansar. Lo necesito como necesito respirar. Como necesito sentirme viva, no solo funcionando.

Descansar es un espacio donde me escucho, me suelto, me reconecto conmigo. A veces es dormir. A veces es decir “no puedo”. A veces es hacer algo sin ningún objetivo, solo por placer. Y otras veces, es simplemente quedarme quieta, sin tener que demostrar nada a nadie.
He aprendido que cuando no me doy descanso, me voy perdiendo. Me desconecto de lo que siento, de lo que necesito, de lo que soy. Y entonces el cuerpo me pasa la factura. Por eso, hoy elijo recordarme esto: tengo derecho a descansar, sin culpa y sin excusas.
Descansar es cuidarme. Es reconocerme. Es volver a mí.
Y tú…
¿Cómo te das descanso?
¿Qué pasaría si hoy te lo permitieras, sin justificarte?
Alejandra García Jiménez